En abril escribía sobre la posibilidad real que plantea el mundo actual de vivir lo suficiente como para vivir indefinidamente, pero hoy he visto algo mejor: La realidad de un gen que controla procesos relacionados con el envejecimiento y que permite extender la juventud (y vida en general) una media de 6 veces la esperanza de vida media.
No es una vida indefinida, claro, pero poder vivir 200 años de juventud desde luego nos permitiría llegar a ver los logros que nos conduzcan a una extensión indefinida de la vida. Además de poder ver en perspectiva los cambios psicosociales relacionados con la evolución del conocimiento y las sociedades actuales.
El futuro siempre se plantea emocionante.